30 de agosto de 2010

Manuel F. Alarcón Añazco (Azúl)

No puedo recordar cuanto tiempo he caminado buscando algo diferente que me evada de mi tediosa rutina, todo a mi alrededor es azul, solamente algunos matices hacen que pueda diferenciar las formas y el paisaje.

Estoy sentado sobre una enorme piedra gris azulada, sobre ella se alzan hermosos árboles de troncos y hojas también azuladas las cuales me protegen con su sombra y son mecidas por una suave brisa. Bajo mis pies cansados y de tinte azulado, corre un torrente de agua que serpentea entre rocas de gran tamaño de un intenso color azul acero.

Poco a poco siento que el cansancio, me envuelve y me dejo llevar por él. Entre nubes y adormecido por el murmullo del viento, sueño con que debe existir algo diferente, algo inexplicable, pero colma mis sentidos como un coro de ángeles. Termino quedándome completamente dormido.

Despierto escuchando el hermoso trinar de pajarillos azules que desordenadamente revolotean sobre mi.

Devoro el último trozo de un azulado y duro pan y bebo el agua del río.

Cansado, trato de ponerme en movimiento. A lo lejos diviso un rebaño de azules ovejas que mastican lentamente un pasto seco azulado. Cerca de ellas retozan alborotados sus azules retoños.

Mi caminar se hace lento, sobre el mediodía un cruel sol azul deja caer sobre mí, sus rayos punzantes, poco a poco la sed se me hace insoportable y delante de mí, un cielo azul se mezcla y confunde con el horizonte. Un sudor negro azul invade mi cuerpo que cada vez se mueve con menos rapidez.

A mi derecha una pareja de antílopes azules se confunden en un acto de amor sin darse cuenta que un tigre cubierto de rayas azules los observa con su mirada hambrienta.

Sigo caminando lentamente y pienso que ya nada puede impresionarme y solo un simple instinto de sobrevivencia me impulsa a continuar.

La vegetación se va haciendo más escasa, poco a poco los árboles han ido desapareciendo. Y el desierto aparece, majestuoso, inhóspito y lacerante. El azul se hace doloroso, una arena fina y azulada me rodea e impide me mueva con mayor rapidez.

Comienzo a sentir miedo, angustia y deseos de retornar, pero logro captar que ya he llegado al final del camino y debo volver atrás para continuar.

Entre mis pies veo como se escabulle rápidamente un brillante escarabajo azul. Delante de mí, solamente encuentro arena azul... y sobre mí, un cielo azul, azul…

Hacia el horizonte, sobre una hermosa colina comienza a emerger una inmensa luna azul iluminándome con su tinte negro azulado el cual me obliga al descanso. Poco a poco mis ojos se van cerrando y en ellos brotan incontrolables lágrimas azules que se confunden con la arena azul. Siento honda tristeza y me dejo abrazar por el sueño.

Amanece, una frágil capa de celeste rocío lo inunda todo, con mucho esfuerzo logro ponerme de pie e iniciar mi marcha, sin rumbo, solo obedeciendo a mi instinto que me llama a continuar, nunca pude explicarme hacia donde iba.

El sol ya se eleva sobre el zenit y golpea fuerte, dentro de mí va creciendo un sentimiento de profunda rabia, me muevo a ciegas rodeado de azul, cubierto de azul, llorando lagrimas azules, observo que mis pies comienzan a emanar una sangre azul, oscura y espesa.

¡Grité de impotencia pidiendo clemencia! Y mi grito se perdió en esa inmensa soledad azul. Pausado era mi andar, enloquecía de sed, parecía que ya me había resignado a aceptar el final, nada justificaba tanto sufrimiento, no podía seguir sin tener una razón…un por qué…

Arrastrándome por el suelo, empapé con mis lagrimas y con mi sangre las piedras y arena, lloré como nunca lo había hecho, gemí, imploré…pero aún todo era azul, azul…..

De repente, a lo lejos, algo llamó mi atención, restregué mis ojos con mis manos sucias de azul, al principio creí estar soñando, me acerqué jadeando hacia aquello que llamaba mi atención, mi corazón galopaba, allí a unos metros se alzaba orgullosa una exquisita flor color nieve, inmaculada, con un brillo que excedía lo imaginable, totalmente pura, algo nunca visto, era bella, hermosa, reluciente, fulgurante, la alimentaba un delgado hilo de transparente agua azul.

¡Corrí como un loco hacia ella y bebí con ansias del agua que la alimentaba! Muy pronto me di cuenta del error cometido, de inmediato al beber el agua, ella se inclinó ante mí y suavemente, resignada, sin siquiera haber tenido la posibilidad de tocarla, ella murió. La tomé entre mis manos y vi como se deshacía transformándose en un polvillo color azul, que poco a poco fue escurriéndose entre mis dedos….
Lloré! Grité! Rugí! Supliqué! pero ya todo estaba perdido…………delante de mí todo era azul y mis pasos cada vez eran más lentos…………

Gracias Janice Montouliu

1 comentario:

  1. Angelross dijo...
    Es una hermoso cuento Manuel,
    Un gusto pasar por tus letras y dejar mi humilde huella.
    Angelross

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