25 de abril de 2010

Altolaguirre, Manuel (¡Qué sola estabas por dentro!)

Cuando me asomé a tus labios
un rojo túnel de sangre,
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso,
su calor y su luz daban
temblores y sobresaltos
a tu carne sorprendida.

Desde entonces los caminos
que conducen a tu alma
no quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
cuántas caricias y besos!

1 comentario:

  1. Leticia Torres Arciniegas25 de abril de 2010, 2:16 p. m.

    Gracias por compartir tu Blog, me ha encantado. Un abrazo grande !!!

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