14 de noviembre de 2012

Ramón de Almagro

No me digas que no
No me digas que no, te pones fea
se te arruga la frente y en la boca,
ese gesto de enojo que provoca
amargura que duele y que golpea.

No me digas que no, no es la manera
que debieras usar al castigarme,
porque cuida no vayas a matarme,
hay castigos que un hombre no tolera.

Y por eso y aunque sea por un rato
en el bien de este amor es que lo digo.
Deja ya tu rencor y tu mal trato.

Hazme caso, mujer, y si te pido,
si mi alma está sedienta de tu abrazo
¡Deja todo, por Dios, y ven conmigo!

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