2 de noviembre de 2013

Jorge Debravo (Pequeño elogio de tu olor)

De tierra fresca eres: en la noche
me hueles a terreno trabajado.
Tu olor de tierra en celo se me acerca
y me navega el cuerpo como un barco.
Olor a entraña viva, a tierra joven
cruzada de raíces como brazos.

Conozco bien tu olor. Lo reconozco
como casa que yo siempre habitara.
Palpo tu olor lo mismo que una fruta
y sé de que regiones se te escapa.
Huelen a tierra húmeda tus ojos.
Huelen a tierra fresca tus espaldas.
Huelen a tierra negra tus cabellos.
A tierra sembradía huele tu alma.
A tierra fertilísima tu vientre.
Tu boca a tierra de caverna cálida.
A tierra florecida tus dos pechos.
Huele tu pubis como tierra arada.

Por tu olor voy a ti y eres entonces
mi tierra más cercana y más querida.
Te siembro la semilla de mi beso,
la semilla infantil de mi alegría
y juntos somos una yunta alegre:
La tierra fresca tú. La tierra viva;
Yo el sembrador que siembra entusiasmado
y acaba él mismo haciéndose semilla.

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